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SIGNAMENTO

Contra Heidegger

Contra Heidegger

Contra Heidegger

 

A pesar del título de esta entrada, no creo que pensar sea siempre pensar-contra -como sostienen Gustavo Bueno y sus epígonos más contumaces. Con uno de ellos discutía en 2001, en el espacio electrónico Symploké. Le comentaba que Nietzsche me parecía hoy un poeta sobrevalorado, un sofista muy expresivo al que se ha investido injustamente con el hábito del filósofo, mientras que contra Heidegger he pensado siempre que se trataba de un pensador mitificado por el papanatismo hispánico, dentro del complejo filogermánico.

La obra de Heidegger me ha perseguido siempre, he debido hacer trabajos sobre ella en la facultad, estudiarla en cursos de doctorado, me ha caído como un rayo divino en oposiciones de cátedra que he suspendido, y ello a pesar de que he sentido sin remedio un prejuicio instintivo antiheideggeriano. Cada vez estoy más convencido de que ese prejuicio es perfectamente saludable. Toda esa jerigonza pseudofilológica me ha parecido -incluso como filólogo-, y me sigue pareciendo hoy, muy vana, a la vez que peligrosa, inventiva, tal vez, pero culpablemente soberbia y tendenciosa.

Pero por dotar a mi prevención de un respaldo académico resumiré aquí la espléndida crítica de Jaspers:

1) El primer Heidegger era cientifista. Su superación del cientifismo no fue constructiva ni integradora. Su abandono de toda ciencia le llevó a un pensamiento que escapaba de todo control intelectual.

2) Como Hegel, y como el cientifismo, Heidegger acentuó el significado del concepto, en el horizonte de un lenguaje que sólo se preocupa de sí mismo, buscando el arte sin ser arte. El lenguaje se desprende así de las cosas llevando a "innumerables artificiosidades", a "extrañas figuras verbales", y a ocasionales "violencias".

El tan elogiado diálogo de la filosofía con la poesía en Heidegger no es más que un ademán lingüístico que sustituye a la penetración, un ensimismamiento cuchicheante. Sobre el pensamiento, en la línea de Nietzsche, se extiende una fatal estetificación. Ama la pose del poder, pero borra toda amabilidad en el decir.

3) Se trata de una filosofía que presume de verse exenta de todo deber de verificación y confrontación dialéctica, un dogmatismo irresponsable, que huye además de su confrontación con la propia vida, con la propia existencia.

4) No es de extrañar por ello que adolezca de una frágil conciencia metodológica, que no distingue entre descripción, estructuración y valoración.

5) El Heidegger maduro niega la indispensabilidad de las ciencias modernas para el filosofar. De este modo abandona una "condición de la dignidad humana", que subyace en el sentido de la ciencia, a saber: que el hombre no está abandonado a los poderes anónimos, a los demonios, ni al destino ni a la magia, y que no sólo percibe lo que no puede cambiar. Quien elude la ciencia "se ve obligado a hablar" demoníacamente de ella y de la técnica, satanizándolas.

6) Con el abandono radical de las ciencias Heidegger abandona también el pensamiento que las hace posibles: la filosofía como metafísica lógicamente fundada, que determinó el pensamiento de Occidente desde Platón a Nietzsche. La novedad de su pensamiento sólo atrae por su carácter profético, enigmático. Ni siquiera inventa como Nietzsche, una fundamentación fantástica, mitológica.

7) En realidad, este pensamiento es una forma moderna de gnosis, una forma de magia, como el lacanismo, como una parte importante del foucaultonianismo, como la deconstrucción derridiana, y muy probablemente (todo esto lo añado yo) como ciertas interpretaciones beatas del último Wittgenstein. El físico Alan Sokal se ha mofado con motivo de algunas de estas "posmoderneces".

Se trata de un pensar que desemboca en el irracionalismo del pronunciamiento, en donde la filosofía se pervierte en una política del secreto, se corrompe en un lenguaje esotérico que ampara privilegios de brujo, infalibilidades de papas encastillados académicamente con el pretexto de que conservan el arcano de una verdad y reparten un poder exclusivo, aristocrático, para “iniciados”: la filosofía como justificación para maleantes y depredadores simbólicos.

         8) Su artificiosidad acrítica armoniza con su ausencia de compromiso metafísicamente fundado: evasión del presente, olvido de sí mismo ante el saber gnóstico del ser, ante la magia de lo incontrolable, la voluntad nihilista de destrucción unida a una "actitud básica de lo dictatorial". Se construye así un tipo ideal y negativo de pensador, cuya magia gnóstica conduce directamente al nacionalsocialismo.

 

Quien esto enunció o argumentó (aunque la paráfrasis sea mía) en sus Notas sobre Heidegger, o sea Karl Jaspers, esperó durante dos decenios una palabra de Heidegger por la que éste, admitiendo su fracaso, se distanciase públicamente del fascismo con la misma libertad con que antes lo había abrazado, habiendo demostrado que no tenía dificultades en desacreditar a los adversarios teóricos (círculos liberales weberianos) con muletillas antisemitas, muletillas que podían y de hecho significaron para algunos el fin de sus carreras.

Jaspers aguardó en vano, bien porque Heidegger no quiso admitir que se hubiese equivocado apoyando aquella locura, bien porque ni siquiera se enteró de que se había equivocado.

A pesar de ello, en el otoño del 45, Karl Jaspers envió el primer número de "Wandlung" a Heidegger, con la esperanza de que éste diera señales de vida. Heidegger permaneció mudo y ni siquiera acusó recibo. Sin embargo, Heidegger animó a finales del 45 a una comisión universitaria de Friburgo, el denominado "Comité de limpieza" (no de sangre, desde luego) a que pidiera a Jaspers un dictamen acerca de él, muy probablemente porque esperaba que una palabra de Jaspers le sacase de sus dificultades.

Cuando pudo hacerlo, Jaspers propuso que se diera a Heidegger una pensión personal para que pudiese continuar su trabajo filosófico, aunque aprobó la destitución de su cátedra "durante algunos años". Nada resentido, Jaspers intervino en varias ocasiones a su favor, exponiendo los méritos de su antiguo amigo.

Todo eso no le impidió a Heidegger acusar a Jaspers de plagio, en un escrito para el admirable escritor Ernst Jünger.

 

Registro estos dictámenes y estas noticias, ahora como entonces, pensando, amigo, también en clave jovial y vitalista, que de poco vale un pensamiento que no esté complicado con los valores principales de nuestra vida.

        

Bibliografía

Karl Jaspers. Notas sobre Heidegger, Mondadori, Madrid, 1990

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