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La ruta apasionada de Aleixandre

La ruta apasionada de Aleixandre

En el año 77, con motivo de la concesión del premio Nobel que le había sido otorgado, un periodista preguntó a Vicente Aleixandre por el surrealismo de su poesía... “lo surreal en mi poesía... No sé. Yo he dicho siempre que no soy un poeta surrealista. Para empezar, no creo en el dogma de la escritura automática que propiciaba el movimiento. Ahora bien, si se amplía mucho el término, quizá tenga que admitir que no me sea del todo ajeno. Sí pueden ser aceptados como surrealistas libros como Mundo a solas, Pasión de la tierra, Espadas como labios y algún otro. El surrealismo pudo significar el nacimiento de una actitud distinta a la que había en mi primer libro, Ámbito...”

          Vicente Aleixandre viajó a París precisamente en el momento en que se estaba fraguando el movimiento surrealista, cuyo manifiesto publicó Breton en 1924. Pasión de la tierra incluye poemas de 1928-29, Espadas como labios de 1930-31, Mundo a solas de 1934-1936. Son muchos los poemas de estos libros que tratan del amor. Mencionaré aquellos en cuyos títulos aparece la palabra “amor”: en Pasión de la tierra: “El amor no es relieve”, “Hacia el amor sin destino”, “El amor padecido”; en Espadas como labios: “El más bello amor”, “Poema de amor”; en Mundo a solas: “Bulto sin amor”, “Al amor”, “Filo del amor”, “Tormento del amor”.

          El poema “El amor no es relieve” comienza con una declaración en prosa poética: “Tu compañía es un abecedario. Me acabaré sin oírte... No lloran tus pelos caídos porque yo los recojo sobre tu nuca... En tu cintura no hay más que mi tacto quieto...”

          El poeta entremezcla algunos imperativos: “reclínate clandestinamente... No me ciñas el cuello, que creeré que se va a hacer de noche “, con algunos extraños piropos: “Tus dientes blancos están en el centro de la tierra. Pájaros amarillos bordean tus pestañas... Tu pecho no es de albahaca; pero esa flor, caliente”.

          El poema acaba con una pregunta y un requerimiento como imprecación: “¿Dónde estás, que mi soledad no es morada? Seccióname con perfección y mis mitades vivíparas se arrastrarán por la tierra cárdena”.

          Las frases cortas, como fustazos violentos y contrapuntísticos, de “El amor no es relieve”, se vuelven largos y entrelazados periodos como yedras trasparentes en “Hacia el amor sin destino”: “Siento el silencio como esa piedra blanca que resbala sobre el corazón de las madres, y no tengo fuerzas más que para perdonaros a todos el mal que me habéis hecho, sin ignorarlo, con la forma de vuestra sombra cuando pasabais.”

Puede allí volar un labio sin oírse, puede Vicente prescindir de sus sentimientos, puede crecer una rosa sobre un hombro, late una mariposa de níquel  bajo una superficie encerada. Se expresa la esperanza de que los ojos puedan alguna vez presenciar un paisaje caliente, donde los montes sean de terciopelo. Teme que una muchacha le mienta “una lágrima de mercurio que horade la tierra y se estanque, que no acierte a buscar la raíz y se contente con los labios, con esa dolorosa saliva que resbala” y que le está quemando las manos con su historia...      

          Por fin , en “El amor padecido”, el poeta pide perdón porque “cuando se detiene la tristeza a la entrada de la esperanza adolescente, no asomen todas las palomas, las más blancas, con sus voces humanas, preguntando sobre la ruta apasionada”.

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