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Tarde y la conversación

Tarde y la conversación

Gabriel Tarde (1843-1904) nació y vivió la mayor parte de su vida en una pequeña ciudad, Sarlat, de la Dordogne francesa. Como Durkheim, a quien consideró “su eminente adversario”, hizo de la comunicación el problema central de su estudio de la sociedad. Magistrado, profesor, criminólogo, sociólogo... Hoy es considerado el fundador de la Psicología social.

El tema central de la teoría social de Tarde es comprender cómo se constituye la conciencia social a través de procesos de invención y de imitación-sugestión, y cómo los contenidos simbólicos del proceso social de comunicación se integran hasta constituir un microcosmos identitario desde la más tierna infancia.

La relación entre los espíritus y las voluntades constituye el fundamento de la vida social, en el marco común de la lengua, espacio social de las ideas.

La invención tiene lugar en una mente individual por muy diversas vías: por interferencia de dos imitaciones, por coincidencia o suma, por oposición, por recombinación cerebral, etc. Por el proceso de imitación, las invenciones se propagan y dispersan a través de las interacciones sociales, que determinan su expansión. Dichas interacciones pueden ser lógicas o extralógicas. La aceptación de una invención depende de su asimilabilidad por una cultura, de su congruencia con una tradición. Una comunidad acepta una invención cuando está cerca de realizarla por sí misma.

Respecto a los factores extralógicos hay que tener en cuenta:

-Que el afecto precede al conocimiento, y éste a la conducta.

-La difusión de una invención depende del prestigio de los individuos que la ponen en circulación.

-En todas las sociedades se producen oleadas de imitaciones. Hay periodos tradicionalistas en que se imita el pasado, y otros de expansión en que se aceptan con entusiasmo las innovaciones.

-Cualquier innovación se difunde más rápidamente cuanto mayor sea la densidad de población. La imitación se intensifica en las sociedades democráticas porque se acortan las distancias sociales y las gentes se sienten inclinadas a congraciarse con sus semejantes.

La oposición interfiere la imitación. Hay interferencias que acaban en combinaciones y otras en conflictos.

Hasta la aparición de la prensa, la formación de los contenidos de las consciencias individuales se hacía en el medio primario del trabajo, la familia, la aldea... Pero el fenómeno de la industrialización produjo el de la multitud urbana. Tarde fue muy sensible a la transformación de las multitudes en públicos, desde mediados del siglo XVII, bajo los efectos de la aparición de los medios masivos de comunicación, que configuran la opinión pública. Por opinión entiende Tarde “una agrupación momentánea y más o menos lógica de juicios que, respondiendo a problemas planteados actualmente, se encuentran reproducidos en numerosos ejemplares, en las personas de un mismo país, de un mismo tiempo, y de la misma sociedad” (La opinión y la multitud, Madrid, Taurus, 1986, 49).

El ensanchamiento de los medios conformadores de opinión responde a la necesidad de incrementar la sociabilidad y de ampliar el consenso y la uniformidad de las conciencias a fin de aumentar el consumo, atraer el consumo urbano, a nuevas capas de población.

Tarde no conoció la televisión, pero lo que dice del periódico vale para ella, así como para las nuevas redes sociales telemáticas: ¿De dónde le viene al periódico tanto poder? Del hecho de ser un difusor radical y casi instantáneo de todas las innovaciones, de ser el mecanismo ideal para potenciar la imitación, proceso básico de la sociedad. Los medios crean la actualidad, esa conciencia de unanimidad simultánea, que permite comprender por qué el periódico de ayer no vale nada al lado del de hoy.

Pero la causa más antigua y decisiva en la creación de opinión es la conversación:

La conversación señala el apogeo de la atención espontánea que los seres humanos se prestan recíprocamente, y mediante la cual se compenetran con infinitamente más profundidad que en ninguna otra relación social… es el agente más poderoso de la imitación, de la propagación de sentimientos, así como de ideas y de modos de acción (Ibidem, 93-94).

La soledad sólo es fecunda cuando es el descanso de una vida intensa de relaciones, experiencias y lecturas, o sea, de conversaciones.

Tarde enumera los efectos sociales de la conversación:

1. Conserva, enriquece y extiende la lengua.

2. Es el medio de apostolado y adoctrinamiento más fecundo.

3. Es un freno para los gobiernos, el asilo de la libertad, y la base de reputaciones y prestigios.

4. Iguala a los interlocutores y socava las jerarquías.

5. Uniformiza los juicios, precisa las ideas de valor, estableciendo su escala.

6. Reduce el egoísmo y la tendencia a perseguir fines sólo particulares, fortaleciendo las tendencias cosmopolitas y altruistas.

7. Hace progresar la psicología social y moral.

8. Fomenta el refinamiento del gusto, mejora las producciones artísticas… La conversación cortés es “flor estética de las civilizaciones” (Ib. 93).

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