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SIGNAMENTO

CUARTETOS DE PARÍS

CUARTETOS DE PARÍS

Me reconozco afrancesado, de la estirpe del abate Marchena, de Moratín, Jovellanos, Iriarte, Olavide... Reoyendo los Cuartetos de París de Telemann -que tienen para mí un hondo significado sentimental-, justifico aquella estética kantiana que veía en el buen gusto francés emblema racional de Lo Bello, en contraste con la grandeza española y sus gusto por Lo Sublime.

Se nota en la contemporánea comedia francesa cinematográfrica, que no desciende nunca a la sal gorda ni a lo soez ni a lo sórdido y esperpéntico. El buen gusto francés reniega de la hipérbole y se eleva celestialmente a pura y delicada belleza en estos Cuartetos para flauta, violín, viola o chelo y bajo continulo... Gracia, ternura, alegría y tristeza..., contenidas, moderadas... flatteusement, gayment, distrait, tendrement, estos son algunos de los expresivos nombres de sus danzarines movimientos.

Telemann no era francés. Nació en Magdeburgo en 1681 y se formó bajo la indulgente mano de su madre. Estudió derecho, pero su encuentro con Haendel le decidió a explotar su pasión musical y a principios de 1704 centró su atención en el estilo francés, entonces de moda. Protegido por duques y burgueses acabó convirtiendo a Francfurt en una metrópoli musical. Luego se trasladó a Hamburgo como cantor y director de música de sus cinco principales iglesias.

Su viaje a París en 1737 fue éxito rotundo. En su madurez su obra ganó profundidad y le convirtió en el más importante compositor de su tiempo y el primero alemán de nivel mundial. Su muerte en 1767 fue una tragedia para el mundo musical.

Los años de estos Cuartetos de París (1733) son también aquellos en que Hume elabora su escepticismo crítico, Voltaire hace de enfant terrible y se retira con su culta amante la Marquesa de Châtelet a la finca de esta en la Lorraine, los años en que Montesquieu investiga la grandeza y decadencia del imperio romano, Euler publica sus descubrimientos matemáticos, Linneo clasifica y describe la específica diversidad botánica y comienzan los experimentos con la electricidad.

Estos "Cuartetos en Suites" armonizan magistralmente el último barroco y el principio del clasicismo. Lucen una extraordinaria sensibilidad, gran elegancia y colorido expresivo. Alegran y emocionan. La versión del Quadro Amsterdam editada por Telefunken en su ejemplar colección Das Alte Werk, con preciosa documentación (Musik und ihr Zeit) es una joya que nos trae maravillosos recuerdos de amores inconclusos.

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