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Más allá del más allá

Más allá del más allá

He conseguido olvidarme del soporte electrónico y leer en tinta digital, en un ebook ultraligero, una colección del Poul Anderson más genuino. 

Poul Anderson nació en 1926, norteamericano de padres escandinavos. Consiguió ser un reputado escritor de ficción científica en un año sabático que le duró una vida, ganador de varios premios Hugo y Nébula, eso no le impidió ser miembro de la Sociedad del Anacronismo Creativo, en cuyos torneos medievales logró distinguirse. Viajero y aventurero, historiador de talla, doctorado en física (1948), construyó numerosas epopeyas espaciales, especulaciones verosímiles y fabulosas. Falleció en California en 2001 de un cáncer de próstata.

La editorial Martínez Roca editó en 1982 su colección de relatos Beyond the Beyond (1969) con el título, poco apropiado, de Lo mejor de Poul Anderson. La serie está unida por un escenario peculiar, los confines del espacio en que se ha extendido y multiplicado la raza humana contactando con otras culturas, o diversificando las propias, de ahí su título original.

No me extraña que se hayan lanzado acusaciones de plagio contra el guión de Avatar -la celebérrima película de James Cameron- en relación a una novela de Anderson, la que ilustra esta entrada. El relato "Memoria", incluido en la traducción de Martínez Roca, antes citada, me trajo enseguida la película al magín. También allí, Torrek, su protagonista, un terrestre disfrazado de nativo en un planeta remoto, caza a un ave prodigiosa en un nido perdido, en lo alto de un fiordo, como una especie de ritual de iniciación y una prueba de valor. Torrek -o el humano que se oculta en él- preferirá al fin la vida simple de los extraterrestres, al mundo deshumanizado de los imperialistas terráqueos, invasores del espacio. La épica no es incompatible con la lírica en la prosa clara, dialogada y firme, de Anderson, ni siquiera la aventura y el idilio son incompatibles con la reflexión profunda. Algunos botones de muestra:

"La historia demuestra tan concluyentemente como nuestras ecuaciones que la libertad no es una condición 'natural' del hombre. En el mejor de los casos, supone un estado metafísico que con mucha facilidad deriva en la tiranía. Ésta se impone unas veces desde el exterior, gracias a los bien organizados ejércitos de un conquistador, otras proviene del interior..., a través de la voluntad de los hombres que ceden sus derechos a la imagen paterna, al dirigente todopoderoso, al estado absoluto".

 A veces, nada mejor que alejarse para poder ver el conjunto, los grandes fenómenos de masas:

"Naturalmente, el gobierno unificado produjo en la Tierra un tipo de ciudadano de buenas tragaderas. Su vida está tan regulada que su principal libertad reside en la fantasía, bien alimentada por los sensibilizadores y la publicidad. Tal vez para el terrestre medio, esos trillados y viejos espectáculos sean más reales y significativos que su propia vida. De cualquier manera, no supone un gran esfuerzo infundir terror a la manada. Así consiguieron nuestros abuelos implantar el Gran Timo".

En "El hombre sensible" un instituto secreto de expertos ha conseguido hallar la fórmula soñada por Pitágoras: el número del alma humana. Una secuencia de algoritmos supercomplejos permitirá hacer funcionar la sociedad como una máquina, programando al dedillo los cambios sociales mediante una ingeniería exacta. Queda el suspense de si una sociedad así no sería el peor de los totalitarismos, un totalitarismo sin salida dirigido por una aristocracia de tecnócratas. ¿No estaremos ya en ello? Tampoco faltan en la literatura de Anderson alusiones cultas, por ejemplo, al Micromegas de Voltaire. Esta épica espacial sólo parece anticuada por lo "políticamente incorrecto" que resulta que fumen algunos de los protagonistas futuristas de sus relatos, anacrónica por el poco respeto que se le tiene al igualitarismo de género, pero pertenece sin duda a la época dorada de la ciencia ficción y a la gran literatura clásica del XX.  

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