Blogia
SIGNAMENTO

Literatura

CEREZAS RUBÍ DE GABRIEL MIRÓ

CEREZAS RUBÍ DE GABRIEL MIRÓ

"¡Adónde huye nuestra piedad!"

"¿Señor, es que duerme siempre en nuestras entrañas una hez abyecta de crueldades?"

Gabriel Miró. Las cerezas del cementerio, 1910.

 

La obra de Gabriel Miró (1879-1930) encuadrada en la generación novecentista, supera el viejo realismo decimonónico, lo trasciende a través de un lirismo descriptivo y narrativo originalísimo, muy personal.

Poco importa que el decadente mundo del caciquismo, universo rural de patricios y siervos, amos y criados, con la burla amable hacia el clero, aún sirva de marco a sus tramas novelescas, en las que importan sobre todo las relaciones personales, en cuya comunicación doméstica e íntima renace y se explora la hiperestesia romántica.

Miró no escribe novela de tesis social. Se ocupa de de sentimientos complejos y encontrados, de la belleza y de la fealdad, de la piedad y de la crueldad. Fue víctima el escritor alicantino de una injusta crítica de Ortega, quien también dificultó su acceso a la Academia, y cuya candidatura presentó Azorín. Valle-Inclán y Juan Ramón contradijeron al gran filósofo y defendieron la calidad de la obra de Miró, que hoy merece ser tenido por un clásico. Y no sólo por su novela El obispo leproso, que escandalizó al integrismo católico más reaccionario.

En el caso de Las cerezas del cementerio esta mística de amores, a la mujer eterna y a la naturaleza -madre o madrina o madrastra-  toma la figura del señorito levantino Félix Valdivia y de sus arrebatos con una mujer mayor malcasada, Beatriz, y una prima. En el misticismo naturalista (acaso de inspiración nietzscheana) de Miró se oyen también los ecos de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.

Gabriel Miró es un fino estilista, un orfebre de la lengua, sobre todo en las descripciones de luces, ambientes camperos y paisajes interiores, entendiendo por tales paisajes igualmente los estados de ánimo y las ánimas de sus personajes. Estudió la psicología de su época (cita a Binet).

Se entrega en esta obra, primera novela de su madurez literaria, a un afiligranado regodeo estético. Narrador omnisciente, Miró no se conforma con emplear un léxico rico, para cada cosa su nombre preciso, sea hierba o mueble, como gálbulos se llaman los frutos de los cipreses y plato macerina el que contiene una jícara para el chocolate en su centro..., sino que también rescata nombres castizos y hasta se permite emplear verbos procedentes del latín sin registro oficial como "bauvear", e. d., quejarse los perros.

La lechuza (glaux, en griego) ve en lo obscuro con ojos fosforescentes, es decir "glaucos". Emblema de la Sabiduría, pajarraco de Atenea son la lechuza o el mochuelo. Dijo don Miguel de Unamuno que Gabriel Miró tenía una mirada glauca, de mochuelo... Lo comprobó en una visita que hicieron juntos al monasterio de Poblet. Porque la mirada clara y serena del escritor levantino ilumina cuanto mira con luz difusa, interiorista.

"Ilumina con sus ojos el ámbito tenebroso en que se mueve".

El de las figuras que hiñe, que amasa como si fueran paisajes (Unamuno. Prólogo a Las cerezas del cementerio).

Nota bene

Sobre esta novela escribió También Juan Poz en su bitácora (blog): "Diario de un artista desencajado".

Sobre la desafortunada crítica de Ortega cfr. "De cómo Ortega malentendió a Miró", Guillermo Laín Corona; https://revistas.uned.es/index.php/EPOS/article/view/17383

 

 

LIBRE Y DESDICHADO

LIBRE Y DESDICHADO

¿Cómo podemos recordar que se nos ha olvidado algo?

Con esta extraña pregunta de difícil respuesta acaba la curiosa novela, y muy traducida a otros idiomas, de Félix de Azúa Historia de un idiota contada por él mismo (1986).

Boga su autor con independencia, como la que le ha hecho abandonar las columnas del periódico convertido en hoja parroquial de la secta política en el poder.

El protagonista se embarca en una trágica investigación sobre la felicidad, a la que buca en el amor, en la especulación filosófica, en la creación artística. La conclusión es negativa. Es el miedo a la insignificancia lo que nos mueve locamente a buscar la felicidad, el miedo a la muerte, pero de esta trágica experiencia de no hallarla se sigue una interesante moraleja: Hay que prestar atención a lo que se ENCUENTRA y no a lo que se BUSCA.

Novela de ideas, de humor, de formación y generacional, el ingenio de Azúa brilla y tiene algo que ver con el cabreo o con la angustia elegante del desengañado, del que no confía en panaceas eróticas ni en utopías políticas.

Algunos críticos, como Josan Hatero tienen está Historia de un idiota... por la mejor obra de Azúa. Es difícil que su despiadada comicidad te deje indiferente, y no obstante hay también en ella ciertos arrebatos poéticos. No por casualidad Félix de Azúa fue uno de los Novísimos de la famosa antología editada por J. M. Castellet, de lo cual se burla también el "Idiota", cuyos sarcasmos delatan la incomunicación del hombre contemporáneo, las paradojas del poder y la miseria de los famosos.

La investigación sobre el contenido de la felicidad a la que se entrega el Idiota acaba concluyendo con que a los humanes sólo nos interesa lo negativo:

"Mundos felices, sociedades felices, humanidad feliz, cultura de la felicidad; este es el contenido de la guerra, de la explotación, de la estafa, de la destrucción. Estás son las banderas de brillantes colores que preceden a las columnas de esclavos camino de su exterminio".

El protagonista abomina del contenido de la felicidad, ese cebo con el que nos engatusa el aspirante a tirano. Prefiere considerarse un hombre LIBRE Y DESDICHADO, eso sí, ¡con la capacidad de asombro intacta!

 

AMOR DE JUNGLA, LECTURAS DE AMORES

AMOR DE JUNGLA, LECTURAS DE AMORES

Cada página, una joya, como el jardín verde, verde cetrino para añil, del corazón de una esmeralda gorda. Hablo de la obra maestra del chileno Luis Sepúlveda Calfucura (1949-2020), hijo de Irma, enfermera de origen mapuche y de un restaurador comunista. Luis fue encarcelado y exiliado por el régimen de Pinochet. Profesó de cineasta, director teatral, periodista, escritor... Participó en la revolución sandinista y luego vivió catorce años en Hamburgo (Alemania). Activista ecologista y corresponsal de Greenpeace, vivió en Gijón las últimas décadas de su vida siendo declarado hijo adoptivo de la ciudad después de entregar su alma a Dios en el hospital de Oviedo, Asturias, por causa del Covid... ¡Una vida nómada y épica!

Refiero ahorita a su novela *Un viejo que leía novelas de amor*. De pocos relatos puede decirse algo como esto: que no le sobra ni falta palabra. Extraordinario perfume en frasco pequeño con olor a petricor, a fronda salvaje y a lama obscura o cieno pegajoso repleto de formas variadas de vida.

No encontrarás, lector prudente, mejor apología ni ensalzamiento de la Amazonía, de la selva ajena, ni exposición más radiante de la lujuria pertinaz y el rencor justificado de su naturaleza profanada. Aquí suena también el tambor de la natura humana traicionada, codiciosa, pecadora; aquí se denuncia y satiriza la torpe ambición que en lugar de convivir destruye y ensucia, la maldita soberbia que busca dominar en lugar de conocer, dominación sin respeto a lo que se violenta para poco y, muchas veces, para nada.

Antonio José Bolívar Proaño, el entrañable viejo que protagoniza está historia inolvidable, se adaptó a las leyes de la jungla inhóspita, varón versátil que se integró con los nativos, en el tremendo paisaje de una selva inhumana, o tal vez demasiado humana. Luis Sepúlveda conoció en Ecuador a los indios shuar. El viejo es un superviviente y un sabio, a su práctica manera. Conoce los misterios de las criaturas y la tierra que le envuelve, el sol que habita, y los del Cielo por las novelas que lee, los imaginarios mundos donde se ama y uno es amado.

Con razón se ha visto en esta breve e intensa novela un canto de amor a la literatura, la lectura y la conservación de la naturaleza. En 2001 el director australiano Rolf de Herr dirigió la adaptación cinematográfica de *Un viejo que leía novelas de amor*, obra maestra.

REFLEXIONES HISPANAS

REFLEXIONES HISPANAS
En uno de sus "emilios", el filósofo Antonio de Lara se ha mostrado como amigo generoso con mis ensayos editados bajo el título *Reflexiones hispanas* con el subtítulo "Sindéresis humanista", palabras estas que declaran su sesgo a favor de la libertad y la dignidad humanas.
Con el permiso de Antonio, público aquí su crítica, soslayando los comentarios personales que no refieren a mi obra:
"Querido José, felicitaciones por tu libro. Hace ya varias semanas lo terminé de leer, excepto el último artículo, que leí ayer. Y me dije a mí mismo: “no puedo dejar pasar más tiempo sin felicitarle”. El libro es una miscelánea de artículos muy interesantes, No es un libro para principiantes sino para iniciados. La edición es bastante buena, pero la maquetación horrible: artículos empezados tras otro a mitad de página, adentramientos y separaciones de párrafos inexplicables, equivocaciones de numeración de apartados, correcciones manuales, páginas no ajustadas al final, etc. ¿Quién ha sido el maquetador?"
Respondo:
El libro ha sido impreso por duendes moldavos, de ahí su letra, mona y chica. No obstante la imperfección de su maquetación, el volumen, de tapa dura y buen papel, apenas contiene erratas... Mejorar la maquetación implicaba un desembolso de dinero. Mi criterio al publicar es que si no gano con ello, tampoco grave la economía familiar.
Sigue Antonio:
"Afortunadamente, todas esas imperfecciones no afectan a la calidad del contenido... La lectura de uno o dos de tus artículos me servía de ayuda para no perder contacto con la filosofía antes de dormir, como si fueran pequeños sorbos de buen vino. De la calidad de la escritura no tengo nada que decir. Es magnífica, la marca de la casa.
"Empecemos por el principio. El título está muy bien escogido, porque permite entender el adjetivo tanto de forma subjetiva como objetiva: reflexiones de españoles y reflexiones sobre españoles. El subtítulo también es muy adecuado y enlaza muy bien con el artículo final “La diferencia humana”. A pesar de no haber diferencias esenciales, las diferencias con los animales superiores son muy grandes. Me gusta especialmente la reivindicación que haces de la filosofía española del Renacimiento y el Barroco, especialmente de León Hebreo.
"Hay artículos que son un ejemplo magistral de síntesis, como “Bien y justicia. Ética mínima”. Otro también extraordinariamente interesante es “Saberes sobre-naturales”... Hay otros en que pareces resumir un libro, como el referente a Gaos. En algunos artículos no he podido diferenciar lo que tomas de otros pensadores y tus propias reflexiones originales, Porque, si todo lo que dices es propio tuyo, entonces son artículos geniales. Me gustan tus análisis etimológicos, como la relación que haces entre símbolo y ’diábolo’ (hablo de memoria). Y un último detalle. En la página 65 se cuenta una anécdota a propósito de Sabuco, que ya aparece en “El collar de la paloma” de Ibn Hazm. Finalmente, me sorprende tu gran erudición, que es apabullante.
"Veo en todo lo que escribes algo que ya percibí en el texto que me mandaste sobre el optimismo en Leibniz. Hay en todo lo que escribes muchos hilos, que darían lugar a múltiples organizaciones sistemáticas. Hay escritores más intuitivos y otros más sistemáticos. Yo creo que tú eres de los primeros y tus intuiciones son geniales".
Corrijo:
Antonio es -como el poeta bohemio de Valle-Inclán- un hiperbólico andaluz y un buen amigo... Rebajo sus halagos: No me tengo por genio, pero sí por incorregible curioso, buen entendedor y adiestrado resumidor (curtido por más de treinta y cinco años de docencia filosófica entre adolescentes). En mis ensayos he perseguido la brevedad y la claridad en el trato con lo complejo. No descartando en ningún caso el buen humor ni la ironía.
Nota bene:
(El libro está disponible en papel en la Editorial Académica Española. Caro. No obstante, mandaré una copia digital (PDF) gratuita a quien me la solicite. Puede hacerlo a través de un comentario en este blog, o localizando mi nombre, en mensaje privado, a través de Facebook o X (Twitter) y aportando un e-buzón).
Antonio de Lara  se despidió en su carta con un abrazo virtual (y virtuoso) deseándome un buen verano. Yo le agradezco aquí sus gentiles comentarios.

ABEJAS DE CRISTAL

ABEJAS DE CRISTAL

 Gläserne Bienen es el título original de la novela de Ernst Jünger publicada en 1957 y traducida en *Abejas de cristal* por Ana María de la Fuente para la colección "La botella errante" de Plaza & Janés (1963). 

La portada de la primera edición que he devorado en un par de días es fea, pero el relato, tan curioso y original como inquietante. Un alegato contra la técnica que ha sustituido el caballo (o el centauro que formaba con su noble caballero), por el maldito tanque y otras máquinas de guerra; y el campo hermoso, por la megalópolis enloquecida de alarmas y sirenas; la casa venerada, por el bloque de grilleras impersonales.

El lector no sólo hallará en el cuento de Jünger un entretenimiento ameno, sino también agudezas sobre la curiosidad humana, la creatividad, el valor, el poder, la violencia, los mass media, su halago, y sobre la equivocidad de la verdad..., ideas que le darán que pensar. También un profunda intuición sobre el extraño vínculo de la tecnociencia con la magia.

Si tuviera que escoger una de las sentencias de Jünger como lema de fondo de su creación, sería esta: la perfección técnica no es lo mismo que la perfección humana. Al final, la sonrisa de Teresa, la pareja amable y fuera de escena del protagonista (luchador vencido), vale más que cualquier autómata, como ’un rayo de verdad’.

Un oficial de caballería retirado, sin duda alterego biográfico del bravo soldado Jünger, derrotista y sin blanca, busca trabajo en la factoría robótica de un magnate, señor de los prodigios y capaz de contratar por magníficos sueldos y liberales condiciones a los mejores ingenieros e inventores.

Sorprende lo mucho que tiene está novela nostálgica de profecía, de cómo palabras como "virtud" y "honor" han perdido su significado y de cómo la guerra contemporánea carece de gracia y de gloria para decaer en mera masacre.

RAPSODIAS DE VILLAESPESA

RAPSODIAS DE VILLAESPESA

Francisco Villaespesa (Laujar de Andarax 1877- Madrid 1936) publicó en 1905 sus Rapsodias, libro de poemas de una obra extensísima. Tal vez escogiera este título, de gusto romántico, por ver en ellos una misma canción ensamblada.

Poco antes había publicado Juan Ramón sus Arias tristes (1903), Manuel Machado su Alma (1902) y su hermano Antonio las Soledades (1903). En las páginas de Electra, revista de la que fue fundador Villaespesa, aparecían versos de los cuatro poetas. Se cruzaban dedicatorias entre ellos y participaban en las mismas tertulias. Todos habían leído a los simbolistas y admiraban a Verlaine. Compartían una misma topica generacional: jardines, fuentes, otoños, crepúsculos, soledad, tristeza... Buscan el "paisaje del alma" y la naturalidad expresiva. Recuperan formas métricas tradicionales con preferencia por el arte menor. Una melancolía invasiva no exenta de complaciente sensualidad recorre los versos de sus libros.

Villaespesa se había hecho con un lugar preferente en el Parnaso con La copa del rey de Thule, síntesis, exceso o manifiesto modernista. De Rubén Darío fue discípulo fiel, temprano portavoz y paladín de su modernismo. Pero en 1903 la muerte de su primera esposa Elisa González y el dolor profundo que le causa se convierte en tema central de su inspiración. Ella parece llamarle desde el otro lado como un "rumor de seda que huye".

Al profesor José Heras Sánchez debemos una reedición de las Rapsodias de Villaespesa en la Biblioteca de Autores Almerienses. A su presentación acompaña y sigue una erudita introducción del filólogo Luis F. Díaz Larios.

Villaespesa fue una importante e histórica figura de nuestras letras, injustamente olvidada o ensombrecida por el paso del tiempo. Se dedicó al periodismo y sus obras teatrales alcanzaron también notable éxito, sobre todo El alcázar de las perlas (1911). Triunfó como conferenciante en Hispanoamérica durante una década. Escribió novelas. Al mismo José Heras debemos una edición reciente de cinco de sus novelas cortas (Universidad de Almería, 2006). Algunas son de tema orientalista.

Añado uno de los poemas de Rapsodias (1905), un soneto de versos alejandrinos fechado en Laujar y septiembre de 1903 (en junio había fallecido Elisa), muestra suficiente de la perfección de su arte:

 

ÍNTIMA

Sobre el balcón abierto, sobre la noche en calma,

penetra tembloroso un rayo de luna,

envolviendo la estancia melancólica en una

claridad que parece la claridad de un alma.

El silencio se escucha. En la brisa dormida

vuela una tenue esencia, un perfume bendito

que recuerda aquel vago perfume favorito

de alguien que en nuestros brazos abandonó la vida.

Se oye el más leve ruido, el más tenue... La hoja

de un libro que se vuelve, la flor que se deshoja...

Es hora en que el poeta sobre el papel se inclina

a la luz de la lámpara y, sollozando, escribe

la canción más doliente a la sombra divina

de aquella que ya solo en sus recuerdos vive.

 

(La ilustración que adorna esta entrada pertenece a la edición citada de José Heras (UNE, 2022) y es del pintor, ceramista y escritor Pedro Soler Valero, acompaña al poema "Samaritana" (XXII) dedicado por Villaespesa a Eugenio de Castro.)

 

FISURAS

FISURAS

Tiene razón Dimas Mas: la aforística vive una época de esplendor. Twitter es una red social que favorece el subgénero del aforismo de la literatura gnómica, híbrido entre filosofía y poesía. La limitación de extensión de esos “trinos” que se articulan breves con palabras favorece el pensamiento sintético. Buscando afinidades electivas, como suele suceder, fue en Twitter donde conocí a Francisco M. Ortega, excelente aforista como ha demostrado este año con la autoedición de sus FISURAS, que son grietas en la dureza del pensamiento acorazado (por decirlo con sus palabras), que son también metáforas de la incertidumbre en la que, valientemente, se halla instalado, remojando dudas, en lugar de dejarse encarcelar por certezas.

Es verdad, creer en uno mismo es el único dogma al que debiéramos conceder cierta licencia. Son también las citas fórmulas concisas del argumento de autoridad y aprecio que Francisco M. Ortega cite con discreción y desaparpajo a autores que me son muy queridos: Stanislaw Lem o Alice Munro, y me complace que resucite a los segundones del helenismo: Arcesilao, Onesícrito, Diágoras de Melos, Filónides, Timón de Fliase, etc.

Tal vez la fragmentación del pensar, tan característica de nuestra posmodernidad, se muestre en la multiplicidad polifónica de un sujeto desmenuzado en pantallas y puede que escribir sea como dar la palabra a esa multitud de personajes que nos habitan. La imprecisión, la ambigüedad, el enigma, son entonces síntomas de quien se siente y sabe con un “corazón zurcido”. Sí, el aforismo puede ser ese hilo que enhebra facetas en la obscuridad, una llave que abre mentes; el apotegma, un clavo contra la madera de la ignorancia para aportarle lucidez, el desarrollo de una síntesis sin final, como un pensamiento enamorado de sí o una reflexión que revive al muerto que nos habita.

Las rotundas frases de Francisco M. Ortega son memorables, instructivas e ilustrativas respecto a diversos temas esenciales: la educación, la vida y la muerte, la memoria… Memoria (Mneme o Mnemosyne, madre de las Musas), cuyo fruto más delicado es la inspiración. Su escritura se moviliza contra la prisa y a favor de la calma, contra la espera sin esperanza y a favor del humor, contra lo megaloso y a favor de lo minúsculo donde resultan importantes los detalles, contra lo enrevesado y a favor de lo sencillo; sencillez, que no simpleza; contra la queja que es síntoma de cobardía, más que de auténtico sufrimiento. A favor de la amabilidad y de la imaginación. Con Lastenia de Arcadia (la griega que acudía a la Academia platónica vestida de hombre), lamenta que la libertad de pensamiento conduzca tantas veces al exilio y la soledad. Contra el pensar y el sentir zombi, contagiado por la Internacional Publicitaria, trina Francisco a favor del papel consolador de la poesía y la utilidad del rumiar la cita o el adagio.

Como diría el hombre sin atributos y sin partido: el hombre disponible que piensa por su cuenta termina por hacerse miembro de una sociedad desordenada, la Fundación  del Espíritu. Puede que dicha sociedad no alcance más allá del nombre propio y “una manita” de buenos amigos cómplices. Efectivamente, el universo es inmenso e ininteligible es su sentido y sólo somos como niños que balbucean posibles significados aprendiendo a dibujarlos, y la vida, con ser su sorprendente accidente, es misterio que el tiempo devora. Uno, en efecto, descreyendo, va pelándose como una cebolla hasta quedar desnudo ante la nada, la nada que ya fuimos antes de nacer. La rabia que sentimos ante la pérdida de un ser querido es también la revelación de nuestra intrascendencia, esa lucidez que se esconde bajo la cama cuando el orgullo gallea soberbio sobre un montón de estiércol.

Contra el famoseo, el héroe cotidiano, ese que, consciente de que no puede eliminar el sufrimiento ni el dolor del mundo, se esfuerza al menos por no añadir más dolor al mundo. Conmueve que Francisco no moralice y excuse admoniciones apocalípticas desde la humildad de quien se reconoce insignificante y perecedero, pero que -como Pascal- proclama también con enjundia filosófica bien meditada la grandeza del discurrir humano, pues "hasta un átomo hace sombra". Ciertamente, en esta época de patologías narcisistas, "la humildad es curativa"; la claridad, poder; y la mayor sofisticación se consigue desde la sencillez. "No merece el nombre de filósofo, sino el que recibe las injurias con tanta serenidad como los halagos" -dice citando a Bión de Borístenes.

En lugar de hablar de liquidez como Zygmunt Bauman, Francisco M. Ortega prefiere hablar de volatilidad: la volatilidad de la existencia es mucho más seria que la de las acciones o las costumbres. Observa el aforista con agudeza cómo las sociedades opulentas muestran una inercia mayor a la pérdida de privilegios, endurecen sus principios morales…, envejecen, se hacen conservadoras. Pululan en ellas los enjambres de cuidadores, terapeutas y dentistas, como indicadores sociales de la inútil lucha contra la volatilidad de la salud, tesoro de la juventud.

Al final, el Espíritu de la Incertidumbre, como el de la Perplejidad muguerciana, guarda más preguntas que respuestas. Se vuelve sereno en el desasosiego (que magistralmente expresó Fernando Pessoa), se insomete y resiste leyendo, descuartizándose en palabras por las ventanas de luz, virtualizadas en los monitores como un monólogo interior que no cesa. A fin de cuentas y por inútil que parezca, como su belleza, eso de reflexionar y describir la mariposa de aceite de lo reflexionado enseña que “nadie es feliz de la misma manera” y puede que esa sea la demanda o el ruego ("¡quiéreme!") si cabe también decir que venturosos son aquellos que más afecto y cariño reciben. Hace ruido el niño para llamar la atención y no aburrirse con nosotros. Juega al ajedrez con las palabras. Y ¡hay de aquel que no sepa conservar esa seriedad con la que juega el niño!

No tengo más remedio que sentir afecto y estar agradecido por quien me regala así otra forma de leer la realidad y me da qué pensar. También a mí me gustaría preciarme de leer para aprender a refutar mis convencimientos cuando más bien uno suele hacerlo para confirmarlos. Estos relámpagos de lucidez, estas chispas de ingenio, esos rayos de indignación y truenos de contrariedad –como dice Midas Mas en su ultílogo- nada tienen que ver con la prédica pulpitesca y el moralismo neopuritano que padecemos, ¡es tan difícil corregir sin molestar! No será Francisco quien caiga víctima de sus propias creencias si, como Platón, está siempre dispuesto a someterlas a revisión, en la sombra de lo incierto.

Notas

Fisuras está a la venta en Anmazon: https://www.amazon.es/Fisuras-Aforismos-Francisco-M-Ortega/dp/B09X4Y5VPL

Véase "Incitación al aforismo",. JBL. Alfa (Revista de la Asociación Andaluza de Filosofía) Vol. 1, nº 1, pgs. 71-73. Puede encontrarse una copia de este artículo en el blog Palabras en el Tintero:

http://palabraseneltintero.blogspot.com/2008/03/aforismos.html.

MADRE PRÓDIGA

MADRE PRÓDIGA

El de la "madre pródiga" es un nuevo carácter literario, apropiado para el drama social y teatral del siglo XXI.

A La Cangura de Larva, el tomo guirigay de Julián Ríos, le ahogaba el hogar porque prefería holgar, dulce holgar. Abandonó a sus hijos en Australia. Cortó a dentelladas el asfixiante cordón umbilical (es metáfora). Il faut voyager pour aimer de loin sa maison!, se decía.

Quería realizarse en liza y paliza comiendo perritos y pizza.. Trabajó de mecanógrafa en una revista del corazón londinense. Se vino al smog de Londres para respirar turbio. Hizo amistades de party en party, "amistades a mitades" -escribe Herr Narrator.

El marido fue duro. Le mandó la foto fúnebre de Tommy con la inscripción: "Partió su mami, partió su corazón".

Le dio por beber mucho a Kendy, La Cangura pródiga. La resaca le daba llorona y echaba mano al bolsón marsupio para mostrar la foto familiar.


Contó a Milalias, confesor freudulento, que por nada del mundo se volvería a casar pero que estaba pensando en tener otro hijo. Tal vez se sintiese vacía.

¡Qué Tommy ni qué niño muerto! -exclamó casi sin querer Milalias. Se agarró a La Cangura, hembra grandota y, torpes cada uno, casi se arrojan bailando por la ventana.

***

Larva no es novela, sino caja de juegos para políglotas cultos o filólogos culteranos, embarrada de interjecciones y saltos de página: o la babel de una noche de san Juan en beodisea londinense para dar que leer y hablar; un ingenioso invento de palabras, analogías, calambours o equívocos como chinoiseries, alusivas a una incesante orgía de la que se espera con desespero la iluminación.