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LIBRE Y DESDICHADO

LIBRE Y DESDICHADO

¿Cómo podemos recordar que se nos ha olvidado algo?

Con esta extraña pregunta de difícil respuesta acaba la curiosa novela, y muy traducida a otros idiomas, de Félix de Azúa Historia de un idiota contada por él mismo (1986).

Boga su autor con independencia, como la que le ha hecho abandonar las columnas del periódico convertido en hoja parroquial de la secta política en el poder.

El protagonista se embarca en una trágica investigación sobre la felicidad, a la que buca en el amor, en la especulación filosófica, en la creación artística. La conclusión es negativa. Es el miedo a la insignificancia lo que nos mueve locamente a buscar la felicidad, el miedo a la muerte, pero de esta trágica experiencia de no hallarla se sigue una interesante moraleja: Hay que prestar atención a lo que se ENCUENTRA y no a lo que se BUSCA.

Novela de ideas, de humor, de formación y generacional, el ingenio de Azúa brilla y tiene algo que ver con el cabreo o con la angustia elegante del desengañado, del que no confía en panaceas eróticas ni en utopías políticas.

Algunos críticos, como Josan Hatero tienen está Historia de un idiota... por la mejor obra de Azúa. Es difícil que su despiadada comicidad te deje indiferente, y no obstante hay también en ella ciertos arrebatos poéticos. No por casualidad Félix de Azúa fue uno de los Novísimos de la famosa antología editada por J. M. Castellet, de lo cual se burla también el "Idiota", cuyos sarcasmos delatan la incomunicación del hombre contemporáneo, las paradojas del poder y la miseria de los famosos.

La investigación sobre el contenido de la felicidad a la que se entrega el Idiota acaba concluyendo con que a los humanes sólo nos interesa lo negativo:

"Mundos felices, sociedades felices, humanidad feliz, cultura de la felicidad; este es el contenido de la guerra, de la explotación, de la estafa, de la destrucción. Estás son las banderas de brillantes colores que preceden a las columnas de esclavos camino de su exterminio".

El protagonista abomina del contenido de la felicidad, ese cebo con el que nos engatusa el aspirante a tirano. Prefiere considerarse un hombre LIBRE Y DESDICHADO, eso sí, ¡con la capacidad de asombro intacta!

 

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