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Recuerda Mundo

Recuerda Mundo

Recuerda Mundo es una original novela ecológica, tejida hábilmente por Virginia Ferrer con los hilos argumentales de ciertos delitos mediambientales y varios amores trágicos. Es también un homenaje a la prudencia y sagacidad femeninas, bajo el amparo del símbolo del agua y de la Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre, no conocida ni alcanzada de los grandes filósofos antiguos: la cual mejora la vida y salud humana. Compuesta por doña Oliva Sabuco.
Esta originalísima obra renacentista, publicada en Madrid por P. Madrigal en 1587 es una bella enciclopedia de saberes tradicionales, médicos y humanísticos, que hoy conviene recordar y aplicar y que sirven de fondo moral y mítico a la novela de Virginia.
Parte de la acción de Recuerda Mundo (ed. Sirpus, colección Techo de Cristal, Barcelona 2008) se desarrolla en el acuífero del Calar del Mundo, en Riópar Viejo, y en Alcaraz (Albacete), donde nacieron el gran humanista Pedro Simón Abril, el arquitecto Andrés de Vandelvira, y Miguel y Luisa Oliva Sabuco, padre e hija a quienes hoy las eruditas y eruditos disputan o atribuyen la autoría, aun parcial o completa, de la Nueva Filosofía.
Tuve la oportunidad de conocer a la doctora Virginia Ferrer en el III Congreso Internacional sobre Oliva Sabuco celebrado durante los días 18 y 19 (Sep 2010) en Alcaraz. Y pude así comprobar su sobresaliente formación filosófica y científica. Me alegró que compartiésemos un concepto de educación y pedagogía similar, donde la formación (no mera instrucción) tiene más que ver con la gestión de los afectos, con la poética, la narrativa y el arte, que con el frío tecnicismo de la pedagogía à la page. Las personas no somos ni animales ni máquinas, ni resortes conductistas ni ciborgs. Nos constituimos en una red de relaciones sentimentales y morales, arrastramos una genealogía moral como un karma que pasa de padres a hijos y muchas veces padecen las hijas o los hijos, como consecuencia de los pecados o errores de los padres... 


"El gesto humano, siempre intencional, marca la piel horadando hasta el futuro. Como genotipo afectivo. O un cromosoma aletargado cuyas señales se muestran implacables tarde o temprano. Y se hace visible también al azar, en aquella ascendencia no escogida. Se habla mucho de los hijos de la guerra y de las consecuencias de las posguerras. Y aunque seamos la tercera generación, seguimos en nuestra guerra y nos sigue alimentando esta locura que también somos y fuimos. Porque el amor también es miedo. Porque yo soy parte de mis padres, de mis abuelos y de todos; y soy hija y nieta y sobrina de sus miedos. Y éstos están en mi (...). Sin acumular caricias, besos, abrazos, gestos de ternura o miradas generosas nuestros sentidos son peces extraviados en un estanque seco que se retuercen con ojos descreídos" (pg. 274 y s.).

  

Recuerda Mundo no se cae de las manos. La novela va ganando, página tras página, en interés argumental, y se vuelve al final trepidante, sorprendente y poética. Tal vez el perfil de los personajes sea un tanto maniqueo. Pedro, pastor y médico, resulta tan humano y atractivo como irreal (ideal), al igual que Penny, la sufridora y romántica heroína de la historia, bióloga, madre y mártir; o Clara, una abogada ciega y sagacísima, tan sexy como obsesionada por el cieno de su familia, y segura de la vileza de su hermano Ismael: un arribista narcisista y sin escrúpulos que, junto a un concejal corrupto, dan la nota villana y machista. Pero así debe ser cuando se quiere y se debe hacer literatura "edificante" y se apuesta por la superioridad estética y aristocrática de la tragedia. Como afirma Gemma Lienas en su prólogo, tal vez ésta sea una novela pionera entre las muchas que -dados los problemas que aflijen a nuestro planeta azul- deberían escribirse... ¡y editarse,leerse y comentarse!
La novela está adobada con reflexiones de enjundia que "en absoluto entorpecen el desarrollo argumental" (Gemma Lienas):

"Quizás las tribus, los pueblos o las etnias menos desarrollados tecnológica y materialmente, despojados quizás de bienes artificiales y a los que llamamos salvajes -qué envidia ser salvaje- ahora estén acaparando en cambio en sus corazones tectónicos milenarias formas de ternura planetaria. Y en cambio en Occidente la sequía de las almas avanza. El mundo del progreso está precisamente construido sobre el pilar del desamor. Amar es subversivo. Va contra el orden, el conocimiento y su economía. Y no hay tiempo para todo. Ivan Illich: ’El tiempo de producción es inverso al tiempo del cuidado’" (275y s.).

La obra y la vida de Oliva Sabuco es aquí mucho más que un referente o una ficción histórica, se convierten también en un horizonte para rehabilitar esa ética del cuidado, que han atesorado durante generaciones las mujeres sobre todo, y que hace de la eutrapelia (la buena conversación), la música, la esperanza de bien y el orden de los afectos, una estrategia imprescindible para conquistar en lo cotidiano salud, paz y alegría, confiscadas por las prisas, la codicia y el poder, asesinadas por la "metástasis del desamor". Ese horizonte es el de una nueva -y también clásica- filosofía, sobria y senequista, que reclama una vida más sencilla y sostenible, devolviéndonos un espejo que no sea el de Narciso, sino el del conocimiento de nuestras limitaciones y aptitudes, el respeto por nuestro entorno y por el valor sagrado de la naturaleza que somos y con la que hemos de congraciarnos, microcósmica y macrocósmicamente, si queremos sobrevivir y tener oportunidad de ser felices "in hac lachrimarum valle", donde el agua limpia -raíz elemental- escasea tanto que puede motivar nuevas barbaries.
Sírvanos también Recuerda Mundo de prevención y conjuro contra el microbio emocional de las enfermedades del alma, que igual afligen que hacen enfermar a los cuerpos.

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