LAS OCTOARAÑAS DE RAMA
En la coda de su monumental tetralogía de RAMA, Rama revelada, Arthur C. Clarke (en colaboración con Gentry Lee, a su vez colaborador de Carl Sagan) crea una especie alienígena inteligente muy interesante...
Las octoarañas son sordas, pero se comunican estupendamente mediante un código cromático. Se les iluminan unas bandas en la cabeza, unas bandas dinámicas de color de diferentes anchuras, hasta más allá y más acá de los colores visibles para el ojo humano, es decir, un código que incluye también matices diversos de infrarrojos y ultravioletas:
"La octoaraña hizo destellar el amplio carmesí, a lo que siguieron un azul cobalto más estrecho y un brillante amarillo: la frase quería decir ’gracias’ en idioma octoaránido".
La sociedad octoaránida tenía un gran sentido de la ética, desde luego bastante superior al humano. A ninguna octoaraña se le ocurre ejercer la autoridad para mantenerse en el poder, a no ser por el bien común de su especie; mientras que entre los humanos -como recoge el autor y prueban los acontecimientos ocurridos en la colonia de Nuevo Edén- es común que un tirano o una oligarquía, gobierne sólo para mantenerse en el poder, incluso contra el bien común.
Las octoarañas sólo transigen con la guerra in extremis, en caso de peligro inminente para la especie o riesgo para su supervivencia. Una vez acabada la guerra, aquellos ejemplares de octoarañas que hayan intervenido en su declaración o implemento serán exterminados, ya fuesen jefes, oficiales o tropa.
Las octoarañas ponen la información en la cima de su escala de valores.
Pero aún más sugestivo que su lenguaje o su ética resulta su modo de vida, en simbiosis con otras muchas especies que las octo han diseñado o transgenizado según sus necesidades técnicas y vitales:
"Imagina un ingeniero en biología muy experto sentado ante un teclado, diseñando un organismo vivo que satisface ciertas especificaciones sistémicas... Es un concepto que a uno le deja pasmado".
Ya estamos en esas. La ingeniería biológica, genética, será la reina de los saberes en las próximas décadas, o centurias, si es que duramos tanto.
Las "octo" usan microorganismos prediseñados para curar tumores o mejorar el funcionamiento de sus órganos internos, macroorganismos para sembrar o recolectar cosechas, híbridos para fabricar nutrientes, algo parecido a los erizos para producir energía eléctrica... En lugar de máquinas que parecen inteligentes han diseñado vivientes que parecen máquinas, organizando un millar de formas de vida en una enorme pirámide biológica cuya cúspide ocupan y a la que gobiernan optimizando recursos dentro de un gran sistema simbiótico.
Para iluminarse, por ejemplo, usan enjambres de animales voladores parecidos a luciérnagas terrestres, aunque de mayor tamaño.
Las octoarañas pueden prolongar sus vidas asexuadas casi infinitamente, o decidir madurar sexualmente en un ambiente alternativo mucho más agresivo e inseguro, y con más escasas espectativas de existencia. Pero, ¿quién ha dicho que una vida más larga es preferible a una vida más alta? Cada una, llegado el momento, toma la decisión de ser asexuada o alternativa (con la esperanza de dejar descendencia).
En el momento en que consumen más recursos de los que producen, materiales o inmateriales, muebles o inmuebles, previa advertencia entran en una lista de exterminio programado, indoloro, que optimiza los recursos y las posibilidades de supervivencia de la comunidad. Las exterminandas lo aceptan solidariamente, si disminuyen drásticamente sus aportes optimizadores o cometen un fallo garrafal en las tareas grupales.
Nicole des Jardins, la doctora negra y protagonista indiscutible de la tetralogía, acaba por hacer amistad con Doctora Azul, una octoaraña. He buscado por la Red alguna representación icónica de las octoarañas, pero las que he encontrado son muy pobres al lado de su descripción literaria:
"Richard se concentró en la octoaraña jefe y trazó una cuidadosa imagen en su mente: el cuerpo de la octoaraña, casi esférico, era de color gris carbón, tenía un diámetro de cerca de un metro y prácticamente carecía de rasgos distintivos, con la excepción de una hendedura vertical de veinte o veinticinco centímetros de ancho, que iba desde la parte superior hasta la inferior, donde el cuerpo se descomponía en los ocho tentáculos negros y dorados, cada uno de dos metros de largo, que se extendían por el suelo. En el interior de la hendedura vertical había muchas papilas y plegaduras desconocidas. Casi con seguridad, sensores, pensó Richard, la más grande de las cuales era una gran estructura rectangular con forma de lente, que contenía alguna clase de fluido.Cuando los dos pares de seres se miraron con fijeza desde lados opuestos de la sala, una ancha banda de coloración púrpura brillante se extendió alrededor de la “cabeza” de la octoaraña jefe. Esta banda se originó en uno de los bordes paralelos de la hendedura vertical y se desplazó alrededor de la cabeza, para desaparecer dentro del borde opuesto de la hendedura, casi trescientos sesenta grados después. La siguió, al cabo de pocos segundos, una complicada banda de colores, compuesta por barras rojas, verdes y algunas incoloras, que también describieron el mismo recorrido alrededor de la cabeza de la octoaraña."
Nota: La ilustración de esta entrada es una recreación artística del mundo cilíndrico de Rama, por Jim Burns.
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