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SIGNAMENTO

EL REINO DE LAS LIBÈLULAS

EL REINO DE LAS LIBÈLULAS

Se publicaron mil ejemplares de este librito. Me alegra saber que Mimo Libros de Jaèn ofrece uno de ellos con la siguiente descripciòn: 

El reino de las libèlulas. Gráficas Úbeda. Autor. 1999. In 8º mayor, 86pp-2h. Rústica editorial ilustrada. Biografía del autor al final de texto. Muy buen ejemplar. [PRIMERA EDICION]. Nº de ref. de la librería 28427.

A siete euros con gastos de envìo. No està mal. El autor, o sea un servidor, no ganò nada dinerario con su publicaciòn, al contrario que con otros cuentos, algunos inèditos, que han obtenido modestos galardones, como "Inocente encelado entre palomas", un relato sobre un disminuido llamado Migue, con el que ganè cien mil de las antiguas pesetas en un certamen convocado en Cantabria, y que duerme el sueño de los justos en una carpeta de mi ordenador llamada "Sueños".

En realidad, los mil ejemplares de El reino fueron el pago en especie por la venta -sobre todo a mis alumnos- de Imàgenes e Ideas (Gràficas Ùbeda, 1997), una introducciòn a la filosofìa desde la crìtica de la publicidad que estoy revisando en la actualidad para su reediciòn por Alegorìa en Sevilla. Me enorgullece decir que esta obra fue solicitada por la universidad de Mèjico, de donde proceden la mayorìa de los internautas de mis blogs...

A Medardo Fraile le gustò mi relato, la crònica de lo que en su momento me pareciò memorable de mi mili, aunque no la de todo lo recordable. El juicio de Medardo -indiscutible maestro del relato corto- y su irònico y generoso pròlogo me animaron por fin a publicarlo. Que yo sepa, saliò sòlo con tres o cuatro erratas, que corregìa de mi puño y letra cada vez que regalaba el libro a un amigo o a un familiar, de esos que te guardan afecto, te agradecen el regalo, pero difìcilmente te leen o comentan tus escritos. Una parte de su ediciòn se la entreguè, para su distribuciòn (la distribuciòn lo es todo), a Josè Miguel (ahora no recuerdo su apellido), el dueño de la editorial El Olivo, a cambio de algunos libros de sus colecciones, sobre todo breves obras de referencia para mi biblioteca de profesor de instituto. No sè si se han vendido aquellos ejemplares de El reino de las libèlulas, ni dònde han acabado, espero que no en un trapero, como sucediò con el nutrido resto de la ediciòn de El libro de los cien lapos, que rescatè gracias a la amistad y generosidad del trapero.

Uno de los ùltimos ejemplares de que dispongo se lo he mandado a Salvador Solè Soriano, extraordinario fotògrafo tambièn, en un justo intercambio de narraciones cortas. Èl me habìa mandado cuentos magnìficos, como Tiempo de Isjevos o Gou-Goroo el muy imbècil, que merecen ser publicados, para ser leìdos y analizados. Pero el editor que conozco en Barcelona està màs interesado en publicar libros de autoayuda que relatos fantàsticos, aunque èstos sean buenos y hasta edificantes. No se lo reprocho. Es un empresario, ademàs de un buen amigo, y tiene que vivir, da trabajo, paga impuestos...

El caso es que Salvador se lee cuanto le mando, comenta mis fotos -mucho màs rùsticas que las suyas- y lo critica con una sinceridad de colega antiguo. Y es esto lo que un escritor ansìa: lectores respondones y francos. Asì que añado a esta entrada su juicio sobre El reino...

 

Encuentro que "El reino de las libélulas" está escrito con gran vigor y los retratos psicológicos me parecen coloristas hasta el almodovarismo, aunque obviamente se trata de otro estilo y muy otros personajes. Todo el peso del texto recae en dibujar los caracteres de los personajes y algunos trazos de las relaciones entre ellos. El situar el marco histórico antes, durante y después del 23-F, permite enmarcar el momento social. Las grandes virtudes que le encuentro a esa novelita es la viveza de tus descripciones, el ingenio y la poesía humanista que en ella derrochas, el desparpajo en la jerga militar - que tan bien transmite su idiosincrasia a medio camino entre lo mitológico-épico y lo cazurro-palurdo - y la construcción literaria sólida y de amplia sonoridad. Como defectos (que quizás solo lo sean a mi parecer) citaría la sobre-adjetivación, que espesa el fluir de la lectura, y la ausencia de un discurso narrativo ya que el asunto del 23-F solo aparece en las últimas páginas y el resto es un cuadro pscológico-costumbrista, eso sí, magníficamente trazado. Como yo mismo tengo algún texto donde me propuse conscientemente que no sucediese nada ("Aquí, tan lejos" y "Planeta muerto") considero que la ausencia, o la debilidad, del argumento, sobre todo si es intencional, no alcanza el rango de defecto.

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