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SIGNAMENTO

DEMIÁN

DEMIÁN

"Llega a ser quien eres"

Píndaro

Una amiga de la facultad me habló de Demián, la "novela de formación" de Hermann Hesse. Yo había leído El lobo estepario de este autor. Ningún relato alemán me ha dejado una huella más profunda, salvo quizá Opiniones de un payaso de Heinrich Böll, más que El tambor de hojalata de Grass. No podría evocar voluntariamente nada de la trama de estos relatos, pero sin duda dejaron marca en mi corazón, o en el fondo de mi inconsciente. También te ha formado lo que olvidas. El otro día me di de bruces en el portal de un chamarilero con Demián.

Acepté mi destino. Fue un encuentro significativo. Acababa de perder a la principal de mis "Evas" particulares y la traducción de Luis López-Ballesteros de editores mexicanos unidos me ofrecía otra Lilith imaginaria a la que admirar sin descender al contacto de la carne. Le he dado las gracias al Dios-demonio Abraxas, adorado por los cainitas, y ya se sabe que lo somos todos, aunque no portemos la señal en la frente.

"Eva" es personaje encantador de la novelita de Hesse, casi más fascinante que su hijo Demián. Eva es madre putativa, guía espiritual, sublime y edípico objeto erótico. Misteriosa madre de Max Demián, bella y madura, cuenta a Emil Sinclair, protagonista del relato escrito en primera persona, un par de fábulas instructivas sobre el amor. La moraleja de una de ellas no tiene desperdicio:

"El amor no debe pedir ni exigir tampoco. Ha de tener la fuerza de llegar en sí mismo a la certeza, y entonces atrae ya en lugar de ser atraído". 

En lo intelectual, la obra combina gnosticismo cristiano y psicoanálisis junguiano con voluntarismo nietzscheano:

"Cuando un animal o un hombre orienta toda su atención y toda su voluntad hacia una cosa determinada, acaba por conseguirla"...

¿Sí? Lo dudo; la circunstancia puede ser dura y determinante; el destino, trágico. Ya es bastante trágico que para que uno nazca tenga que destruir un mundo, como el pichón que rompe el cascarón para emerger del huevo. Pero es más frecuente que el mundo le destruya a uno, sobre todo si se empeña en crecer como rara avis.

Hesse es muy agudo y sutil en la descripción de los estados de ánimo del personaje principal, en las tonalidades de abatimiento, de calma o de euforia. Es evidente que ha aprovechado la experiencia y reflexión íntimas para su recreación. En lo social, parece proponer un elitismo cainita pero espiritualizado, defendiendo a rajatabla el derecho del individuo a ser sí mismo, a abrazarse a su destino, como en el imperativo de Píndaro que adorna esta entrada, es decir defiende el sagrado derecho del individuo de talento y carácter -solitario, que no desolado- a forjar costumbres distintas a las burguesas, un destino diferenciado frente a los instintos gregarios de la masa temerosa...

"Los hombres se unen porque tienen miedo unos de otros, y cada uno se refugia entre los suyos... Se tiene miedo cuando no se está de acuerdo consigo mismo".

Romanticismo tardío, pero romanticismo a fin de cuentas: apertura a lo mágico, interés por lo simbólico. También aquí, como en la Divina Comedia, hay una Beatrice a la que se ama en secreto y a distancia, sirviendo al protagonista de ídolo, ideal redentor y estímulo creativo.

Me sorprendió que Demián se publicara en 1919 con seudónimo, inmediatamente después del primer gran desastre bélico europeo del siglo XX. Y hay en ella como la premonición de un nuevo desastre más atroz aún que el primero.

Late en la novela una clara voluntad de renovación del credo occidental... un impulso de renovación religiosa de Europa, cuya decadencia espiritual se constata. Algunas de las propuestas parecen precursoras de lo que luego se llamará New Age, como si se buscara un nuevo culto o una nueva religión que hiciera posible la superación de la perdida armonía entre el hombre y la naturaleza.

Me han gustado mucho algunas analogías naturalistas, como esta en la que compara el fin de la niñez con la pérdida de hojas de los árboles en otoño:

"No de otro modo pierde sus hojas el árbol otoñal en torno suyo. No lo siente, y la lluvia, la escarcha y el sol resbalan por su tronco, mientras su vida se retira a lo más íntimo y recóndito. No muere. Espera".

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