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RAPSODIAS DE VILLAESPESA

RAPSODIAS DE VILLAESPESA

Francisco Villaespesa (Laujar de Andarax 1877- Madrid 1936) publicó en 1905 sus Rapsodias, libro de poemas de una obra extensísima. Tal vez escogiera este título, de gusto romántico, por ver en ellos una misma canción ensamblada.

Poco antes había publicado Juan Ramón sus Arias tristes (1903), Manuel Machado su Alma (1902) y su hermano Antonio las Soledades (1903). En las páginas de Electra, revista de la que fue fundador Villaespesa, aparecían versos de los cuatro poetas. Se cruzaban dedicatorias entre ellos y participaban en las mismas tertulias. Todos habían leído a los simbolistas y admiraban a Verlaine. Compartían una misma topica generacional: jardines, fuentes, otoños, crepúsculos, soledad, tristeza... Buscan el "paisaje del alma" y la naturalidad expresiva. Recuperan formas métricas tradicionales con preferencia por el arte menor. Una melancolía invasiva no exenta de complaciente sensualidad recorre los versos de sus libros.

Villaespesa se había hecho con un lugar preferente en el Parnaso con La copa del rey de Thule, síntesis, exceso o manifiesto modernista. De Rubén Darío fue discípulo fiel, temprano portavoz y paladín de su modernismo. Pero en 1903 la muerte de su primera esposa Elisa González y el dolor profundo que le causa se convierte en tema central de su inspiración. Ella parece llamarle desde el otro lado como un "rumor de seda que huye".

Al profesor José Heras Sánchez debemos una reedición de las Rapsodias de Villaespesa en la Biblioteca de Autores Almerienses. A su presentación acompaña y sigue una erudita introducción del filólogo Luis F. Díaz Larios.

Villaespesa fue una importante e histórica figura de nuestras letras, injustamente olvidada o ensombrecida por el paso del tiempo. Se dedicó al periodismo y sus obras teatrales alcanzaron también notable éxito, sobre todo El alcázar de las perlas (1911). Triunfó como conferenciante en Hispanoamérica durante una década. Escribió novelas. Al mismo José Heras debemos una edición reciente de cinco de sus novelas cortas (Universidad de Almería, 2006). Algunas son de tema orientalista.

Añado uno de los poemas de Rapsodias (1905), un soneto de versos alejandrinos fechado en Laujar y septiembre de 1903 (en junio había fallecido Elisa), muestra suficiente de la perfección de su arte:

 

ÍNTIMA

Sobre el balcón abierto, sobre la noche en calma,

penetra tembloroso un rayo de luna,

envolviendo la estancia melancólica en una

claridad que parece la claridad de un alma.

El silencio se escucha. En la brisa dormida

vuela una tenue esencia, un perfume bendito

que recuerda aquel vago perfume favorito

de alguien que en nuestros brazos abandonó la vida.

Se oye el más leve ruido, el más tenue... La hoja

de un libro que se vuelve, la flor que se deshoja...

Es hora en que el poeta sobre el papel se inclina

a la luz de la lámpara y, sollozando, escribe

la canción más doliente a la sombra divina

de aquella que ya solo en sus recuerdos vive.

 

(La ilustración que adorna esta entrada pertenece a la edición citada de José Heras (UNE, 2022) y es del pintor, ceramista y escritor Pedro Soler Valero, acompaña al poema "Samaritana" (XXII) dedicado por Villaespesa a Eugenio de Castro.)

 

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