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SIGNAMENTO

ARS LONGA

ARS LONGA

... Vita brevis. 

Tal vez porque la vida es breve y el arte apunta al infinito, no lo comprendemos del todo. Nos conmueve. Eso, seguro.

Una foto del ángel de Salzillo decoraba en un marco barato la habitación de invitados de mi abuela. Sentía que aquel icono velaba mi sueño. En el despachito de mi abuelo Agustín colgaba un tapiz con una escena bucólica que representaba a un pastor que conducía sus ovejas de vuelta a la aldea en que humeaba una chimenea... Mirarlo me transportaba a otros mundos, tal vez a un pasado en el que me parecía haber vivido. En el auditorio de la facultad de Medicina de Granada cerré los ojos y me elevé transportado a un mundo de transparencias diamantinas, gracias al genio del clavecinista Rafael Puyana. En Saint-Germain-des-Près oí por unos francos, a la luz de las velas y en sillas de enea, las celestiales melodías de la música religiosa de Vivaldi. También sentí en Praga el escalofrío del llamado "síndrome de Stendhal" escuchando, donde se había estrenado, el Don Giovanni de Mozart...

No quiero cansar al lector describiendo mis vivencias estéticas, que sin duda han marcado mi vida anímica emocionándola, experiencias que me han estremecido dando curso o flujo al caudal de mis sentimientos. Einfühlung, se llama en alemán esa empatía o endopatía que despierta la obra artística en el espectador avisado. La idea es muy antigua y procede del venerable Aristóteles, que ya hablaba de la compasión y de la katarsis que produce la obra de arte en las mentes de los espectadores.

María Jesús Godoy refiere a la moderna teoría de la EINFÜHLUNG en su artículo de Teorías contemporáneas del arte y la literatura, obra coral y enciclopédica que ha publicado la editorial tecnos (Madrid, 2021), coordinada por Leopoldo La Rubia, Nemesio G. C. Puy y Francisco Larubia-Prado. Sin duda una buena obra de referencia para comprender el arte contemporáneo y las ideas que lo acompañan y/o justifican.

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Con pan y vino se anda el camino, pero no sólo de pan vive el hombre. Está el paseo y, como insinuaba Lessing, el que va de paseo ya no tiene camino, o hace camino al andar -como cantó Machado-. Y es que el Arte es una dimensión clave de lo propiamente humano, un pilar valioso de la cultura, como la tecnociencia o la religión. Hegel creía que religión, filosofía y arte tratan de lo mismo, de lo absoluto. Pero lo absoluto es inaccesible, sólo conocemos sus expresiones contingentes. Sabemos que en aquellas cuevas de Altamira o Lascaut vivían seres humanos porque representaban animales que podían convocarse pero no comerse. Simulacros o imitaciones... Mímesis, tituló Valeriano Bozal uno de sus libros sobre estética y manifestaciones artísticas. El hombre es un mono que imita y crea, con gran perfección, aunque no siempre.

Mas la imitación, la emulación de la belleza natural no agota las funciones del arte, que son variadísimas. En su artículo sobre "El arte como realización de la verdad...", Ciriaco Morón añade (en el libro cuya portada ilustra esta entrada) algunas más: su relación con la educación, el prodesse et delectare de Horacio, pues el maestro no sólo ha de pronunciar verdades, sino que ha de vestirlas bien haciéndolas amables y atractivas. Pero el arte ha tenido y tiene también una función religiosa: obras, iconos que son objeto de veneración, máscaras apotropaicas, joyas o estampas que obran como amuletos...

Arte y mito se relacionan íntimamente. Nuestro amigo y colega Antonio Ramón Navarrete dedicó un precioso libro a la profusión de "La mitología en los palacios españoles" (UNED, Jaén 2005). El arte expresa nuestra intimidad demónica, el genio que nos habita, tal vez pueda, al manifestarse exteriormente en la obra, desatar y echar fuera a los diablos que perturban o atormentan al artista. Sirve de conjuro. Es también un laboratorio de experimentación sensorial y sensual, creador de mundos alternativos, es juego, consuelo, viático y fármaco terapéutico..., ¡todo eso y más!

Artista experimental fue Juana Francés (Altea 1924-1990), miembro fundadora, pero ensombrecida, del grupo El Paso, con Canogar, Millares, Feito, Antonio Saura..., grupo que hizo mucho por la renovación de las artes plásticas en España a fines de los años cincuenta del pasado siglo. Única mujer del grupo, se casó con el escultor aragonés Pablo Serrano. Sé de ella por Leopoldo La Rubia... Y se lo agradezco.

En fin, los seres humanos no sólo soportamos el conato de existir y perseverar en ser, sino que también queremos vivir bien ¡y bonito!, como dicen los hispanoamericanos. "Vivir bonito" contemplando lo neto, propio, lo que es bello. Y a veces, lo que necesitamos es que nos maravillen, que nos sorprendan y hasta que nos escandalicen. Sea la paradoja porque el arte suele ser paradojal al ir contra la opinión consuetudinaria, al hacerse vanguardia contra la tradición: Una contemplación desinteresada es también de interés, porque nos activa, nos ilusiona. Y la ilusión -lo dijo Ortega- es tónico de la voluntad. Nos hace ver las cosas de otra manera.

Por mucho que el arte se deshumanice, se vuelva abstracto, ininteligible, chocante, pura performance, fuente urinaria y hasta mierda de artista o vómito de Narciso..., el libro coordinado por La Rubia nos invita mejor y más a su comprensión sacándonos del esplín de la indiferencia. Lo presentamos el Día del Libro en Libros prohibidos, bajo la hospitalidad de su dueño José Carlos Moral.

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¿Para qué sirve el arte? Lo cierto es que el arte se queda en poca cosa si sirve para algo. Igual que lo verdaderamente bueno, no puede comprarse ni venderse. Los griegos, no obstante, inventaron el sujeto racional y tenían una sola palabra téchne (τέχνη) que los escolásticos tradujeron por arte y técnica, tanto para referirse a lo que es útil como para referir a lo que, producido por el hombre, agrada, complace. "La belleza es el resplandor del bien", escribió el neoplatónico Marsilio Ficino en De amore. Tampoco el amor sublimado sirve para gran cosa, y hasta enferma. Y Rilke reparó en que la belleza podía ser destructiva, y terrible su ángel.

No creo que hayamos nunca separado del todo la técnica y la ciencia, del arte. Los epistemólogos reconocen que valores estéticos como la sencillez o la armonía valen como criterios de verdad. El arte es largo y la vida breve, ni la artesanía se agota imitando el genio diversificador o fractal de la naturaleza, madre y madrasta. Jamás es simple imitación, si vale. Aunque empezar por copiar a los clásicos esté bien. "Lo que no es tradición es plagio", decía Eugenio d’Ors, al que echamos en falta en la enciclopedia antes citada. 

Sostengo que la buena educación exige formación estética y tiene ella misma mucho de arte, y poco habrá aprendido un discípulo que no es capaz de ir más allá de su maestro. A Teorías contemporáneas del arte y la literatura le faltan unos índices de temas y autores, pero es una obra de referencia oportuna y valiosa.

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